A fines del siglo XIX, la moda se fue unificando en Europa Occidental y su influencia llegaba también al Nuevo Mundo. París se convirtió en la ciudad donde residían los más famosos creadores.
Las casas de moda atraían a personajes de la nobleza o burgueses ricos, de modo que en las clases altas la moda era semejante en Francia, el Reino Unido, Italia, España y Alemania. Naturalmente, en muchos de esos países se conservaron detalles tradicionales en la vestimenta y los trajes típicos de ciertas regiones.
Las damas usaban falda ajustada adelante y amplia atrás sostenida con enaguas que terminaban en delicados encajes. Las blusas eran también ajustadas, con el cuello alto y estrecho con adornos de encajes y puntillas.
El abrigo más común era una capa de paño corta, a veces con dos partes.
El sombrero era pequeño y con adornos de cintas en forma de lazo, flores y tul.
La vestimenta masculina se hizo más sobria, prefiriéndose los trajes de telas oscuras.
Las casas de moda atraían a personajes de la nobleza o burgueses ricos, de modo que en las clases altas la moda era semejante en Francia, el Reino Unido, Italia, España y Alemania. Naturalmente, en muchos de esos países se conservaron detalles tradicionales en la vestimenta y los trajes típicos de ciertas regiones.
Las damas usaban falda ajustada adelante y amplia atrás sostenida con enaguas que terminaban en delicados encajes. Las blusas eran también ajustadas, con el cuello alto y estrecho con adornos de encajes y puntillas.
El abrigo más común era una capa de paño corta, a veces con dos partes.
El sombrero era pequeño y con adornos de cintas en forma de lazo, flores y tul.
La vestimenta masculina se hizo más sobria, prefiriéndose los trajes de telas oscuras.
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX la moda masculina se hizo muy sobria en los países de Europa occidental y de América. La vestimenta masculina y femenina de las clases altas era semejante, y los modelos básicos eran creados en París.
El traje masculino constaba de tres piezas: chaqueta larga con cuello y solapa: el chaleco, por lo general de la misma tela o de gamuza, y pantalón con dobladillo hacia afuera.
La camisa era generalmente de seda blanca, lisa, con cuello duro y se usaba con una corbata fina o un lazo.
El sombrero de fieltro tenía alas anchas levantadas en los bordes. Completaban el atuendo guantes de cuero y bastón con mangas de diversas formas y materiales. El cabello se llevaba corto, y los bigotes eran grandes e inclinados hacia arriba.
El traje masculino constaba de tres piezas: chaqueta larga con cuello y solapa: el chaleco, por lo general de la misma tela o de gamuza, y pantalón con dobladillo hacia afuera.
La camisa era generalmente de seda blanca, lisa, con cuello duro y se usaba con una corbata fina o un lazo.
El sombrero de fieltro tenía alas anchas levantadas en los bordes. Completaban el atuendo guantes de cuero y bastón con mangas de diversas formas y materiales. El cabello se llevaba corto, y los bigotes eran grandes e inclinados hacia arriba.
Hacia el año 1910 la vestimenta femenina abandonó la austeridad característica de fines del siglo anterior y se hizo más suntuosa. Volvieron las telas como el terciopelo, el brocado, las sedas brillantes, los encajes y los bordados. La falda, ya sin miriñaque, se recogía con pliegues que le daban un movimiento particular. La chaqueta de brocado llegaba hasta la cintura y tenía adornos de piel de zorro blanco en el cuello, en los puños o en manguitos para abrigar las manos.
Los sombreros tenían gran importancia en la indumentaria. Por lo general eran de ala ancha: en invierno, de fieltro o terciopelo con adornos de pieles y plumas; en verano, de paja con flores, pequeñas frutas de tela y tul.
El accesorio más común era el bolso y se confeccionaba de terciopelo o de raso bordado con piedras o perlas. El calzado era, por lo general, de raso o de gamuza con tacones altos.
Los sombreros tenían gran importancia en la indumentaria. Por lo general eran de ala ancha: en invierno, de fieltro o terciopelo con adornos de pieles y plumas; en verano, de paja con flores, pequeñas frutas de tela y tul.
El accesorio más común era el bolso y se confeccionaba de terciopelo o de raso bordado con piedras o perlas. El calzado era, por lo general, de raso o de gamuza con tacones altos.
Después de le Primera Guerra Mundial la moda (igual que las costumbres) sufrió un cambio fundamental. La hechura se hizo más simple, sin mayores adornos. El negro era el color preferido por las mujeres y realzado por joyas. Además, comenzaron además comenzaron a usarse nuevas telas, como el jersey, el chemisier de tela estampada o georgette bordado de canutillos, lamé brocado y otras telas suntuosas. También empezó a utilizarse la seda artificial. Para los trajes de deporte se empleaban lanas suaves y el traje sastree abandonó su rigidez. De noche se usaban capas de abrigo con grandes cuellos volcados o erguidos.
Los abrigos y las capas de piel seguían las líneas de los de paño y éstos estaban adornados con pieles que hacían contraste. También volvió a estar de moda el mantón español. Los sombreros tenían alas grandes, acampanadas, con la copa que se hundía hasta los ojos. Luego los sombreros se hicieron más pequeños.
La falda se hizo más corta y por lo general con tablas.
Los abrigos y las capas de piel seguían las líneas de los de paño y éstos estaban adornados con pieles que hacían contraste. También volvió a estar de moda el mantón español. Los sombreros tenían alas grandes, acampanadas, con la copa que se hundía hasta los ojos. Luego los sombreros se hicieron más pequeños.
La falda se hizo más corta y por lo general con tablas.
Hacia el año 1925 la falda en el atuendo femenino llegó hasta la rodilla, nunca, hasta entonces, en la historia de la moda la mujer elegante había llegado a usar una falda tan corta.
Pero luego volvió a descender y a mediados de la década de los '30 los vestidos de día estaban a unos 25cm del suelo y los de fiesta tocaban el mismo. La línea de la cintura duró hasta los últimos años de la década, en que comenzó a subir lentamente y la cintura recuperó su lugar normal. El cabello - que en la década anterior se usaba corto- volvió a usarse más largo. Se generalizó el empleo de cosméticos tanto para la mujer joven como para la de más edad. El calzado escotado y el escarpín se usaban durante todo el año.
Los caballeros llevaban trajes de franela, principalmente con rayas blancas sobre fondo gris, camisa blanca y corbata de colores. El rancho era, en verano, el típico sombrero masculino.
Pero luego volvió a descender y a mediados de la década de los '30 los vestidos de día estaban a unos 25cm del suelo y los de fiesta tocaban el mismo. La línea de la cintura duró hasta los últimos años de la década, en que comenzó a subir lentamente y la cintura recuperó su lugar normal. El cabello - que en la década anterior se usaba corto- volvió a usarse más largo. Se generalizó el empleo de cosméticos tanto para la mujer joven como para la de más edad. El calzado escotado y el escarpín se usaban durante todo el año.
Los caballeros llevaban trajes de franela, principalmente con rayas blancas sobre fondo gris, camisa blanca y corbata de colores. El rancho era, en verano, el típico sombrero masculino.
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